Diario Electrónico de Mejillones Fundado el 2 de noviembre del 2001 |
Miércoles 13 de junio de 2018 |
Mejillones en un poema...
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PINGÜINO
Víctor Sotomayor Cárdenas
Cómo creciste, cómo te criaste, mirabas el mundo desde abajo, pues tenías que arrastrarte, ese era tu destino lleno de espinas era tu camino.
Keko Biaggini te apodábamos el pingüino. Pero así como la vida te dio este golpe tan grande también puso en tu camino a una segunda madre y esa fue tu abuela, con ese amor inmenso se fijó ella un ideal sí esfuerzo y sacrificio y gran cariño maternal, te llevó hasta un sanatorio y logró hacerte caminar.
Tú volvías todo un hombre hecho, derecho y normal. Feliz volvías contento veías, y a todos querías contar ese cambio en tu vida. Podías con nosotros jugar, podías con nosotros correr y tenías en tus brazos y en tus piernas los puntos que te tuvieron que hacer.
Aún recuerdo todavía en esas pichangas de ayer que eran de sol a sol con tiempo para ir a almorzar cuando te solíamos nombrar ¡Pinguino, al arco! tú corrías bajo los tres palos y ahí tenías que atajar el gran número de pelotazos que se nos antojaba tirar. Te volvías tú de espaldas cuando los chutes eran fuertes: así atajabas pinguino eras un hombre valiente.
Suena aún en mis oídos y metido aquí muy dentro la melodía de tu armónica cuando tocabas en el teatro. Después que murió tu abuela tú te marchaste de aquí. ¿Por qué te tuviste que ir? ¿Que no eras feliz aquí? O una fuerza mayor lo destinó así. O que Dios era quien te llamaba, pues se acercaba tu fin. Quizás tu abuela a Dios le pidió, aquel ser supremo a quien todos debemos confiar que a su lado cariñoso te fuera a depositar. Pero como te llevó de esa manera tan cruel debajo de un lecho “quemado” te hizo perecer, sólo me da creer que la impresión te mató. Y así yo seguir confianso en Cristo Nuetrso Señor, para poder decir esto: Pingüino, amigo, descansa en tu paz.
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