Diario Electrónico de Mejillones Fundado el 2 de noviembre del 2001 |
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Arqueología de Mejillones El mar y el desierto antes del guano Benjamín Ballester El nacimiento del Mejillones que hoy conocemos se remonta al menos hacia la década de 1840 gracias al descubrimiento y el comienzo de las faenas de explotación de cobre y guano en los cerros de sus alrededores; hito que como bien nos recuerdan los historiadores nos retrotraen al menos 170 años hacia el pasado. Sin embargo, la arqueología nos demuestra que este acontecimiento tiene poco de fundacional si queremos centrar nuestra mirada en la vida humana en este desierto y su costa Pacífico, marcando más bien sólo los inicios formales de la vida europeizada, moderna y republicana. Antes de la fiebre del guano, Mejillones y toda la costa del desierto de Atacama estuvo habitada por colectivos humanos en estrecha e íntima relación con los animales, plantas y arenales. En la quebrada alta de La Chimba de Antofagasta aun yacen evidencias de los primeros pobladores litorales de la región, portadores de un modo de vida costero hace ya 12 mil años atrás, practicando la pesca de diversas especies de peces y la recolección de un sinnúmero de moluscos, junto a la captura de guanacos, lobos marinos y delfines. En el lado norte de la península de Mejillones rastros de estas primeras poblaciones son escasas no por su inexistencia, sino por la falta de esfuerzos científicos dirigidos a su búsqueda e investigación. Así lo demuestra al menos el hallazgo casual de uno de los tradicionales litos geométricos característicos de estas culturas tempranas por la arqueóloga danesa Bente Bittmann (1929-1997) en Cobija a mediados de la década de los 80’s. Las extensas playas, densos arenales e imponentes cerros de Mejillones atesoran todavía hoy y después de milenios, cientos de yacimientos y sitios arqueológicos que atestiguan la vida pasada en este litoral. Su existencia en general pasa desapercibida ya que se componen principalmente de restos de sus basuras habitacionales como huesos, conchas y piedras, desechos que a primera vista suelen no distinguirse fácilmente. Pero su poca vistosidad no aminora su enorme valor patrimonial en cuanto insumo para el conocimiento sobre los antiguos modos de vida y costumbres de la región. Lamentablemente su existencia, ubicación y valor son en general poco conocidos por las comunidades de Mejillones y sus asentamientos vecinos, siendo habitual poder ver sitios arqueológicos únicos completamente destruidos por el mal uso de maquinarias, jeeperos y por saqueadores de tumbas. En esta ocasión he seleccionados dentro del amplio universo arqueológico de la comuna de Mejillones, tres casos específicos para ejemplificar su valor a la comunidad. LAS ALDEAS LITORALES A lo largo de la costa desértica se han identificado decenas de sitios arqueológicos que destacan por su construcción y arquitectura. Se trata de las primeras caletas formales compuestas de conjuntos de recintos circulares, construidas primero mediante cavidades en la tierra a las que luego se les erigía un muro perimetral utilizando lajas y rocas planas, sobre las cuales luego se levantaba un techo de ramas y cueros, formando habitaciones de notable sofisticación arquitectónica para su época en toda la región desértica. En general estos recintos no se encuentran aislados, sino en conjuntos de varias unidades dispuestas unos al lado de otros en torno a espacios centrales. Las habitaciones no solo eran los lugares familiares para dormir y convivir, sino que además bajo sus pisos de arenas enterraban a sus fallecidos en una práctica que ligaba a vivos y muertos en un mismo espacio físico. Los estudios han demostrado una antigüedad de entre 6500 y 4000 años atrás para estos conjuntos residenciales. En la comuna de Mejillones sitios de estas características han sido descubiertos y estudiados en el Balneario de Chacaya y en la Bahía de Gualaguala, ambos hacia el norte de la ciudad. El primero de ellos fue excavado en la década de los 70’s y el segundo hace poco años, el de Chacaya lamentablemente fue completamente destruido durante la construcción de casas de veraneo, mientras que el de Gualaguala ha sido intensamente saqueado por buscadores de objetos arqueológicos para la venta a coleccionistas. Los análisis de los materiales recuperados de ambos sitios muestran una antigüedad de cerca de 5000 años atrás, empleados para vivir por parte de colectivos que manejaban anzuelos de concha y pesas de piedra para pescar, costillas de animales para desconchar moluscos y arpones de hueso y madera para cazar en el mar. Cuchillos de múltiples formas y tamaños dan cuenta de la importancia de faenar animales para poder comerlos, pero tal vez más importante aún, para compartirlos entre los miembros de la comunidad.
Antiguas aldeas de pescadores de entre 6500 y 4000 años de antigüedad: (izquierda) croquis del sitio de Chacaya 2; (derecha) fotografía del sitio de Aguada de Gualaguala 04. LOS CEMENTERIOS DE TÚMULOS DE TIERRA Siglos más tarde en la historia humana del litoral, la sociedad decide separar el espacio funerario del doméstico que antiguamente se encontraba uno sobre otro en las aldeas. Hacia los 2500 años antes del presente nacen los primeros grandes cementerios formales, ubicados por lo general cerca de sus caletas de residencia, junto a aguadas y en bahías adecuadas para recalar las embarcaciones. Estos cementerios fueron concebidos como lugares de enorme valor simbólico y social, ya que a cada tumba individual se le construía un túmulo de hasta un metro de alto y cuatro metros de diámetro, dentro del cual descansaba el difundo en posición fetal. Las ofrendas entregadas por los vivos a los muertos se disponían junto al fallecido al interior del túmulo, compuesto por lo general de artefactos relacionados a sus actividades de pesca y caza marina, como arpones, anzuelos, pesas, líneas de algodón, redes, capachos y poteras, pero también de bienes foráneos que obtenían por intercambio con las poblaciones de los valles y oasis del interior del desierto, como vasijas cerámicas, cestos de fibras vegetales, tabletas inhalatorias, colgantes de oro y cobre, collares de cuentas minerales y vestimentas. Estos cementerios se erigen como verdaderos monumentos funerarios en el paisaje desértico del litoral, construidos necesariamente gracias al esfuerzo grupal de las comunidades y ofrendándoles bienes de enorme valor social. Los cementerios se convirtieron así en espacios de ostentación material y trabajo colectivo de los vivos hacia los ancestros como parte de una estrategia social destinada a la demarcación simbólica y visual del territorio costero. Su vistosidad fue y sigue siendo notable en el paisaje homogéneo del desierto. Hoy este tipo de cementerios pueden ser fácilmente reconocibles en ciertos sectores de la comuna de Mejillones, especialmente en Las Loberas al sur de Punta Angamos, en la parte alta del Balneario de Hornitos y en gran cantidad en la bahía de Gualaguala al sur de Michilla. En la misma ciudad de Mejillones, la gran industria energética y de transporte del lado norte de la Bahía, han dejado al descubierto y destruido parte de este mismo legado funerario, es el caso de los cementerios de ENAEX y TGN-1, cada uno con más de 2000 años de antigüedad. Lamentablemente estos cementerios y entierros humanos han sido también blanco de constante saqueos que, contra la ley y el respeto del patrimonio de todos, han destruido en algunos casos la expresión material de antiguas formas de pensar la muerte y su relación con los vivos para personas como nosotros, que vivieron en torno a las mismas playas y bañados por el mismo mar.
Cementerio de túmulos de tierra ubicados en la costa de Mejillones: (A) cementerio de Hornitos 04; (B) tumba 1 del cementerio de Las Loberas; (C) parte del ajuar fúnebre de la Tumba 1 del cementerio de Las Loberas; (D) croquis de la construcción y arquitectura funeraria de los túmulos.
BALSAS DE CUERO DE LOBO MARINO Y PINTURAS RUPESTRES Corrían los últimos años del siglo XVI cuando el navegante inglés Sir Thomas Cavendish recalaba en los alrededores de Morro Moreno en la península de Mejillones. Inmediatamente el capitán junto a sus hombres se encontraros con algunos nativos quienes se les acercaron con agua y madera en señal de buena fe. Los pescadores los llevaron hacia su caleta distante a dos millas del embarcadero, donde pudieron ver sus viviendas, mujeres y niños, además de sorprenderse de algunas de sus más extrañas costumbres como el hecho de que comían el pescado completamente crudo. En este lugar Cavendish tuvo la oportunidad de abrir una de las tumbas de la comunidad, notando que junto al difunto acostumbraban a enterrar sus arcos, flechas y todas sus posesiones, incluso las balsas. Esta antigua y breve anécdota posee un enorme valor histórico, ya que sirve de correlato documental a una práctica que la arqueología ha constatado regularmente gracias a excavaciones científicas más recientes: la ofrenda a ciertos difuntos de las famosas balsas de cuero de lobo marino. En la sección norte de la comuna de Mejillones se haya una península poco conocida y de nombre casi olvidado, Punta Guaque. Aquí la cantidad de cementerios arqueológicos es realmente significativa, demostrando su gran importancia para la habitación entre los antiguos pescadores de la región. Dentro del conjunto de cementerios que hemos investigado en la puntilla, uno destaca por la aparición de un hermoso remo de madera que seguramente fue parte de una antigua balsa de cuero de lobo marino. Estudios por radiocarbono 14 del remo hoy nos revelan que posee una antigüedad aproximada de 550 años. No lejos de la ubicación de una tumba, entre las paredes laterales de un afloramiento rocoso, encontramos además una pintura rupestre que representa una escena de caza oceánica compuesta de una embarcación, un balsero y un gran animal marino capturado gracias a dos líneas de arpón. Un motivo típico del arte rupestre de El Médano característico de la zona de Paposo, casi 250 km al sur de Mejillones, lo que evidencia las estrechas relaciones latitudinales entre quienes vivían del mar. Gracias a estas y otras investigaciones, hoy podemos decir que las balsas y los arpones no sólo se utilizaban para cazar en el mar, sino también ocuparon papeles protagónicos en las expresiones artísticas y simbólicas de estos antiguos pescadores del litoral desértico, a modo de objetos y representaciones que actuaban dentro de un proceso de construcción cultural que iba mucho más allá de la mera idea de salir a pescar o cazar para simplemente alimentarse y subsistir.
Pintura rupestre de una escena de caza marina de la costa de Mejillones. (Derecha) restos de remos.
VALOR DEL PATRIMONIO: PLANIFICACIÓN Y RESGUARDO Estos breves pero valiosos ejemplos de la realidad arqueológica y patrimonial de la comuna de Mejillones deben hacernos reflexionar acerca de su importancia y necesidad de protección; son insumos vitales para comprender nuestra historia, aquella del ser humano sobre las extensas bahías y afilados roqueríos, junto al mar, sus plantas y animales. Proteger estas evidencias es tarea de todos, porque es historia y legado colectivo, de nuestros antepasados, de los vivos y de los que a futuro vivirán. Se vuelve necesario generar conciencia entre la población y especialmente entre las autoridades como representantes de la comunidad, ya que atañe a los intereses y patrimonios de todos y cada uno de nosotros. Urge en la Comuna de Mejillones una planificación consciente e informada de la realidad patrimonial para proteger los espacios de valor histórico frente a posibles proyectos, intervenciones y modificaciones del paisaje. Apremia la creación de un catastro de sitios patrimoniales para la comuna, un documento público que permita a las autoridades y a cada civil velar por su resguardo, conservación y valorización. El patrimonio –tanto material como inmaterial- es irrenovable, y al destruirlo no hay vuelta para su recuperación; con ello fuentes fundamentales para la construcción de nuestro pasado y entender de qué manera hemos llegado a ser lo que somos en el presente.
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