Diario Electrónico de Mejillones

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Las verdades que no se dicen...

Lunes 19 de agosto de 2019 Cultura

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Armando Chirveches

 La gran novela de Mejillones

 Wilfredo Santoro Cerda

Pronta a cumplir un siglo y completamente desconocida se halla una pieza extraordinaria de la literatura local. Es la novela “A la vera del mar”, del aún más increíble autor boliviano Armando Chirveches. Bajo una perspectiva nacionalista el paceño cuenta una historia de amor que describe bastante detalladamente cómo era este puerto en 1920.

Todos los símbolos perdidos de Mejillones afloran en su obra. Y también aparecen elementos que habrían de convertirse en el sello de este puerto.  El protagonista, Félix Fernández de Oviedo, es un ingeniero boliviano de alto rango del FCAB y “la niña”, Jenny, una inglesa de “ojos verdes”, hija del dueño de Buchanan Jones y que vive circunstancialmente en el “Liffey”, el mítico galeón inglés que dio estilo al Mejillones del siglo 20. Solamente los nombres fueron cambiados, ya que en la novela el galeón se llama “De Ros” y tiene origen holandés. 

…OJOS VERDES DE MAR 

Todos los antecedentes que entrega Chirveches respecto a la inglesita parecen coincidir con la mujer que se convertiría en el símbolo de Mejillones: la rubiecita de los ojos verdes de mar. Si nos atenemos que –exceptuando la historia de amor- la novela responde a una semblanza histórica y costumbrista, la “Jenny” de Chirveches provocó conmoción en Mejillones. Es así que la novela relata que la habitante y dueña del “Liffey” generaba el galanteo desatado de los empleados ingleses del FCAB. Al volver a su mansión flotante “debe acompañarla un sirviente llevando los ramos y ramilletes que le obsequiaron… …Mejillones se queda sin flores por dos semanas”.

El "Chata Liffey" fue el "De Ros" de sueño donde Chirveches instaló a Jenny

Hacemos algunos alcances respecto a la real posibilidad que esta inglesa ficticia, tomada de una mujer real, haya acuñado esa imagen que perduró en la canción.

En primer lugar, tanto Chirveches como Gamelín Guerra coincidieron en ese Mejillones de 1920. El boliviano como un exiliado político de 39 años y el cantor como un joven trabajador del FCAB de 14 años. Gamelín fue testigo del éxito arrollador de aquella inglesita “ojos verde de mar” que provocaba sensación en el Mejillones de su  juventud. Y ese recuerdo pudo ser integrado 18 años después al personaje de su inmortal canción.

En segundo término, el autor de “A la vera del mar” falleció antes que el trovador creara la canción. Es decir, no pudo crear un personaje que se ajustara a un arquetipo ya señalado. Él identificó y documentó al personaje que creó el arquetipo. No obstante, hay que ser fiel a la verdad. Jenny era colorina, no rubia. Era una colorida con ojos verdes de mar. 

PASEO POR LUGARES HISTÓRICOS 

         Otro de los aspectos relevantes en la obra de Chirveches es su presencia en lugares que son parte sagrada de la historia de Mejillones. Uno de éstos es el cementerio donde fue sepultado Grau. Para referenciar este sitio Chirveches describe otro lugar. Uno que suele ser desconocido y desorienta a quienes no saben la historia de Mejillones. La defensa costera de la Guerra del Pacífico, constituida por 3 cañones.

     Esta fotografía -al igual que del "Chata Liffey" pertenece al Museo Histórico Nacional de Chile y muestra uno de los lugares a que hace referencia la novela. Ésta no lleva ninguna ilustración.   

        Refiere el escritor que una vez terminado el recinto ferroviario, donde en la actualidad se hallan  los campings Codelco “enseñan sus negras moles unos viejos cañones bolivianos de 1860, empotrados en el suelo apuntando hacia el océano…”

         Termina su descripción señalando “al frente, en una abrupta colina se ve el cementerio boliviano, en cuyas anónimas cruces de piedra reposan quien sabe cuántos héroes de la Guerra del Pacífico”.

         Ambas afirmaciones no coinciden con lo que nosotros sabemos. Los 3 cañones mencionados habrían sido instalados por Chile en 1879. Respecto al cementerio, efectivamente habría correspondido al antiguo camposanto boliviano, pero en 1920 no habría contenido el cuerpo de ningún combatiente de la Guerra. Los 32 cuerpos pertenecientes a la tripulación del “Huáscar” fueron retirados en 1890. De haber algún cuerpo este habría pertenecido al grumete chileno Domingo Johnson, que aún podría estar allí, o a heridos peruanos del combate naval de Angamos que fallecieron posteriormente. 

BOLIVIANO A ULTRANZA 

Chirveches no es un nacionalista acérrimo. Se trata de un ciudadano boliviano criado entre Estados Unidos y Europa y de cultura bastante internacional. Sin embargo su obra está tocada por el sentimiento (¿resentimiento?) de la pérdida del mar por parte de su nación y esa postura aflora generosa en “A la vera del mar”.

Parte dedicando tal libro “a todos los bolivianos que no conocen Mejillones”. Prosigue definiendo como “rota” a su empleada chilena, imponiendo desde el principio su postura, de intelectual de mundo habitando un pueblo humilde económica y culturalmente.

Afirma que esta bahía “es quizá la mejor del Pacífico en la América del Sur y una de las mejores del mundo” … “arrebatada a… (Bolivia) …por la más inicua guerra de conquista”.

Tal vez una de las pocas lisonjas para los chilenos en general y los mejilloninos en particular ocurre en una velada del “Teatro Nacional”. Primer cine mejillonino que en la década del 40 -siglo pasado-  se convertiría en hogar de la familia Krstulovic y funcionaría hasta hace unos años el supermercado "Don Darío". Según Chirveches tal cine tenía “palcos”.

Ante la crítica mirada del boliviano criado en la cultura europea, las presentaciones de los muchachas mejilloninas corrían el riesgo de la descalificación absoluta. Tras la presentación el ingeniero Félix Fernández de Oviedo concluyó: “salieron airosas de su cometido, ya que la gracia y el espíritu de raza suplen a veces la voz y el arte”.

PINTURAS DE MEJILLONES 

Bien. Leer a Chirveches es caminar por Mejillones de principios del siglo XX. Andar en tren. Bailar en el “Club Inglés”, visitar el “Chata Liffey”. Es una experiencia fabulosa. Es un libro que hay que leer. Es más. Es un libro que yo encantado reeditaría aquí en Chile. Aquí en Mejillones.

Chirveches es un artista espectacular. Fue abogado, poeta, escritor y pintor. De hecho “A la vera del mar” gira en torno a dos retratos. A su mítica Lizzie, su novia nortemericana muerta y uno que pinta durante su “flirt” con Jenny. Otros cuadros descomunales debieran ser dos marinas que el “ingeniero” pintó desde el atelier en su chalet del ferrocarril: el primero de la “Liffey” en la bahía de Mejillones y un segundo con el acercamiento del mascarón de proa. Ojalá alguna vez en mi vida me tope con ellos. Ojalá alguna vez pueda admirarlos.

Por último la vida de Armando Chirveches tiene toda la espectacularidad y drama de los intelectuales sudamericanos que se sintieron amarrados a Europa. Desde Mejillones se traslada a Francia, radicándose en París. En 1926 publica su novela “A la vera del mar”, que habla de Mejillones, y a los pocos días se quita la vida. ¿La razón? Tanto su padre como su hermana habían tomado la misma decisión y a sus 45 años consideró que no había formado familia ni dejado descendencia.

Biblioteca del Bicentenario de Bolivia publicó “Armando Chirveches: su obra reunida” compilada por Pedro Brusiloff.  Un libro con más de 900 página, de lujosa presentación, que tiene un valor inferior a los 8 mil pesos chilenos. Envidiable el gesto del Gobierno Plurinacional boliviano por llevar cultura a su gente. Se saluda y se aplaude.